Historia de la focaccia: de pan del “fuego” a icono mediterráneo

Close-up of a slice of focaccia bread with sesame seeds, served with cream cheese.

Introducción

La focaccia es uno de los panes más queridos de Italia: esponjoso, dorado por fuera, perfumado con aceite de oliva y sal marina. Su historia es tan antigua como el propio acto de hornear pan y conecta tradiciones romanas, medievales y ligures con la panadería moderna.

Origen etimológico y romano

La palabra proviene de focus (“hogar” o “fuego”) y panis focacius, el pan que se cocía directamente sobre brasas o en placas cerca del fuego. Aquellos panes planos y rústicos eran prácticos, energéticos y admitían hierbas, grasa o aceite para dar sabor.

De la Edad Media a Liguria

Con el tiempo, el norte de Italia—en especial Liguria—adoptó y refinó ese pan plano. En Génova se popularizó la fugassa (dialecto ligur), una focaccia con alveolos, aceite de oliva generoso y cristales de sal. La técnica ligur combina:

“Bañado” de salmuera/aceite que crea superficie crujiente y miga húmeda.

Masa hidratada y fermentación lenta.

Pliegues suaves para atrapar aire.

Variantes regionales

Italia alberga múltiples focaccias:

  • Genovese: fina, con salmuera y aceite, versátil en dulzor/salado.
  • Focaccia barese (Puglia): con tomates cherry, aceitunas y, a veces, patata en la masa.
  • Con cebolla (Liguria/Piamonte): dulce y caramelizada.
  • Al queso (Recco): finísimas capas rellenas de queso fresco.

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